En el extremo más occidental de Europa, al sur de Portugal, se encuentra El Algarve, una región apacible, de clima mediterráneo pese a que sus costas las baña el Atlántico, dispuesta a mostrarte todos los colores y olores de su tierra. Este año sé uno de esos casi 5 millones de turistas que recibe anualmente. Merece más que la pena, regresarás encantad@.
Perfectamente comunicado tanto por avión como por tierra, podrías decidir visitar El Algarve en prácticamente cualquier mes porque goza de unas particularidades bioclimáticas fantásticas, con pocas precipitaciones y más de 3.000 horas de sol al año.
La influencia de más de cinco siglos de presencia musulmana es evidente en la arquitectura de sus monumentos, en los enrejados de sus balcones y chimeneas, en los caseríos encalados y, sobre todo, en su propio nombre: Al-Gharb (El Occidente). El Algarve está compuesto por 16 municipios, teniendo como capital la ciudad de Faro, y cada uno de ellos es un importante reducto turístico potenciado a través de la belleza natural del paisaje dividido entre la costa, la sierra y el pantano, siendo el litoral donde se concentra la mayor actividad de ocio con discotecas, casinos, puertos deportivos, etc.
Los tonos verdes de la sierra y los azules del mar se entremezclan con el blanco de su arquitectura de donde sobresalen los campanarios de las iglesias de los pueblos del interior, invitando a recorrer el laberinto de sus callejuelas y escaleras. O si lo prefieres, puedes optar por descubrir la inmensidad de las playas más bellas de Europa -dicen- hasta donde llegan los recortes de las rocas y acantilados. El viaje hay que planteárselo como un recorrido por toda la región de donde te traerás unas cestas artesanales preciosas o una botella del mejor aguardiente de madroño o unas instantáneas de paisajes de gran interés ecológico o, cómo no, el sabor grabado en el paladar de su caldeirada de pescado, su cataplana de almejas o los cocidos de legumbres de la sierra.
Más información: www.visitalgarve.pt
Fotografías vía Stock.xchng