Viajar a Egipto es una de las ilusiones de todo mortal. Es como el destino eterno, al que siempre te gustaría ir -y repetir-, ese que siempre sabes que está ahí con todo su esplendor esperándote. No sabes porqué pero es así. Hoy te invitamos a descubrirlo -o a recordarlo-.
Volarás directo a El Cairo, la capital de Egipto y la mayor ciudad de África y Oriente Medio con más de 18 millones de habitantes. Sí, sí, has leído bien. Que no te agobie semejante cifra porque, una vez en sus atestadas calles, descubrirás que tiene un encanto especial, un aire misterioso. Todo viajero queda hipnotizado por el ambiente de este hormiguero de gentes, de ruidos, de coches… Y como trasfondo, desde el amanecer hasta la puesta de sol, el murmullo de la metrópoli se entremezcla con el canto de los almuédanos que llaman a la oración desde sus miles de alminares y cuyo origen se remonta a la época faraónica.
El Cairo, conocida también como la “Ciudad de los Mil Alminares”, te invita a disfrutar de sus principales encantos turísticos: el Museo Egipcio con los tesoros del faraón Tut-ankh-amon, el bullicioso bazar de Jan El Jalily, la Mezquita de Mohammad Ali en la Ciudadela de Saladino y, cómo no, las imponentes Pirámides de Giza y las zonas arqueológicas de Saqqara y Dahshur. Cómo no, supongo que no querrás irte de Egipto sin tu paseo en camello, verdad? Lo cierto es que en lo más profundo del desierto occidental del país se esconden cinco de los oasis menos visitados y los más interesantes, ya utilizados en tiempos faraónicos como lugar de paso de las caravanas hacia el sur de África. El más próximo a la capital, el oasis de El Bahareya.
Y si indispensable es subirse a un camello, no lo es menos el crucero por el Nilo, uno de los ríos más grandes del mundo, ya que su cauce transcurre a lo largo de siete naciones hasta desembocar en el Mediterráneo. Su máximo esplendor lo alcanza al llegar a la región de Nubia dejándose abrazar por el encanto faraónico.
Nubia, de hecho, dejó de existir con la construcción de la presa de Asuán y las aguas del lago Nasser anegaron el territorio. Pero hay cruceros turísticos que permiten visitar algunos de los templos que fueron salvados de las aguas, como el impresionante de Abu Simbel, levantado por el faraón Ramsés II. El viaje a Egipto, dependiendo del tiempo que dispongas, puede ampliarse a otras visitas como Lúxor, Asuán, Edfu, Alejandría… todas ellas con grandes riquezas arquitectónicas. Y la guinda la encontrarás en el Mar Rojo y sus cristalinas aguas. Nada como una inmersión de buceo para admirar sus arrecifes de coral y poder regresar a casa plenamente satisfecho de haber realizado el viaje de tu vida.
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