Ubicada prácticamente en el centro del mapa español, esta privilegiada situación hace que pueda presumir de unas excelentes comunicaciones desde cualquier ciudad. A Valladolid puedes llegar por carretera, tren e incluso avión, o sea que no tienes excusa para no conocer este destino con arraigo y grandes posibilidades para el turista.
Su historia y, con ella, su cultura es quizás uno de los atractivos más interesantes que posee porque tiene un rico patrimonio y una extensa programación cultural a lo largo de todo el año. Tan sólo hay que darse un paseo por el centro urbano para notar esa solera de las ciudades castellanas de antaño, de edificios señoriales y un sinfín de propuestas para el tiempo libre. Su oferta museística es digna de admirar, destacando el Museo de la Ciencia, el de Valladolid, el Diocesano y el Catedralicio, entre otros, aunque sin lugar a dudas el más visitado es el Nacional de Escultura que abarca varios edificios históricos.
Recorrer las callejas vallisoletanas en torno a la Catedral o las que desembocan en la bella Plaza Mayor seguro que nos lleva a abrir el apetito y nada como la gastronomía tradicional de la tierra con una buena dosis de pinchos y tapas directos al paladar a cualquier hora del día. Y como no podía ser de otra manera, todo bocado va acompañado por el mejor vino de cualquiera de las cinco Denominaciones de Origen de la tierra (Ribera de Duero, Rueda, Cigales, Toro y Tierra de León), cuyas bodegas se pueden visitar, con catas incluidas.
Valladolid da para una escapada de fin de semana, pudiendo aprovechar al máximo cada instante y más si utilizas la Valladolid Card que incluye importantes descuentos en restaurantes y espectáculos. Ah, y la oferta hotelera es, en su mayoría, de nueva planta y de la mejor categoría. Yo de ti no me lo pensaría dos veces…
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